La bicicleta fue una revolución para el hombre moderno, pero tanto o más para la mujer.
En una época, montar bici para la mujer suponía un símbolo de libertad y este acto, desafiante y valeroso, se convirtió en símbolo de varios movimientos feministas en muchos países, como aquellos que buscaban el derecho al voto para la mujer.
Que las mujeres anduvieran sobre dos ruedas era considerado por los hombres indigno e impúdico; por los médicos, peligroso –argüían que provocaba esterilidad y abortos–; por otros, que causaba excitación sexual.
Igualdad de género en el ciclismo
La bicicleta se convirtió en una forma de desafiar a la sociedad machista. Incluso se convirtió en un símbolo para luchar por la igualdad. Susan Anthony, líder estadounidense de los derechos civiles, creía que este vehículo contribuyó a la emancipación de la mujer.
Anthony dijo en 1896: “Le proporciona sensación de libertad y seguridad en sí misma. Cada vez que veo una mujer sobre una bicicleta me alegro, porque es la imagen de la libertad”.
Es que la bicicleta influyó también en la moda.
Los trajes de la época victoriana no eran los más cómodos para andar en ellas así que fueron desapareciendo los incómodos corsés y se inventaron prendas como unos cómodos pantalones a la rodilla.
Aun hoy, la bicicleta es un símbolo de lucha en países como Irán y Afganistán.
En la actualidad, en cuanto al deporte profesional, en los Juegos Olímpicos, por ejemplo, se hacen las mismas pruebas tanto para hombres como para mujeres, aunque las noticias que trascienden son las de los primeros.
Poco se sabe de grandes pruebas de ciclismo femenino como el Giro Rosa, o de mujeres ciclistas que no paran de acumular premios, como la estadounidense Megan Guarnier.
En cuanto al ciclismo urbano, en diversos países han surgido iniciativas para impulsar a las mujeres en bicicleta. La española Eukeden Almagro, creadora de mujeresenbici.es es una de sus promotoras en Pamplona y autora del libro La guía definitiva para la mujer ciclista. Por otro lado, en varias naciones se replica el movimiento australiano She Rides.
Este boom asociado al ciclismo femenino no ha pasado desapercibido para los fabricantes de bicicletas, y cada vez hay más marcas que diseñan sus modelos teniendo en cuenta la anatomía de la mujer y sus necesidades específicas.
El físico de la mujer no es igual al del hombre, y por ello en estas bicicletas adaptadas al público femenino se ha tenido en cuenta la musculatura de la mujer, la distribución del peso.
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